Amistades Peligrosas


Cap. 1-La Llamada

Era una noche despejada, a penas se distinguían las estrellas en aquel cielo oscuro y desolado. Soplaba una brisa espeluznantemente fría y el silencio en aquel peligroso barrio de South Beach era particularmente escalofriante, ya que no era característico de este lugar.

Era un sitio de mala muerte, donde se podía encontrar hasta lo que menos tuvieras pensado, desde una prostituta hasta la mas sangrienta y cruel muerte. Como era el caso de Matzz Baxton, aquel hombre que a los ojos del mundo era un cirujano espectacular, muy requerido entre las mujeres gracias a su tacto y profesionalismo. Contaba con una familia hermosa, la cual lo adoraba a más no poder, pero como no todo en la vida es perfecto, él también tenía sus defectos y entre ellos una adicción, la que le había costado la vida aquella noche.

Su cuerpo sin vida yacía en un callejón más oscuro que la misma noche, con contenedores de basura a ambos lados, entre cajas de cartón desarmadas las cuales se tornaban de color rojo brillante debido a la sangre absorbida proveniente del cadáver.

—Nueve, uno, uno, cual es su emergencia?— contestó la operadora percatándose que le llamaban desde un teléfono publico de Salith St. con Almandt St.
—Auxilio, hay un cuerpo tirado en un callejón, parece que está muerto…hay mucha sangre— decía una voz asustada y temblorosa de mujer, la chica había ido al callejón a botar la basura generada durante el día en su apartamento, cuando al acercarse a una pila de cajas se tocó con el cuerpo de Baxton.

—Como se encuentra el cuerpo?— pregunto la chica tomando toda nota en su computador para luego pasarla al equipo correspondiente.
—Esta muerto…— decía mientras sollozaba –se ve pálido, y con las manos un tanto azules..—
Una vez que la operadora tomó todos los datos necesarios los paso al equipo numero tres.

Unos pocos minutos después la zona del crimen se encontraba acordonada, los peritos marcaban evidencia y el detective encargado hacía un reporte de los hechos.
—Tenemos un cadáver desangrado por corte en la yugular. El occiso es un hombre de tez blanca, unos cincuenta y cinco años, de aproximadamente un metro ochenta de estatura, pelo color negro. No hay señales de resistencia o forcejeo.— relató a su grabador el detective. No se encontraba sorprendido, pues a diario veía cosas de esta magnitud y después de tener unos 5 años en el oficio ya estaba acostumbrado a todo.

Mientras observaba atentamente el cuerpo sin perder detalle alguno, se percató de que en la solapa de el fino traje Armani color negro había una nota de uno de los asesinos más buscados en el condado de Miami Beach; que hasta la fecha se le conocía por no dejar cabos sueltos en ninguna de sus escenas y por usar un seudónimo. Todo era fríamente calculado para que no quedara una sola huella que lo acusara y sin pruebas no hay sentencia.

La nota decía así: “Quien no me paga es porque a la muerte no le teme… Att.: South Beach King”
—Miller, ven toma esta evidencia y ponla en una bolsa por favor— dijo señalando un pequeño trozo de papel rasgado, escrito a maquina con letra negra, el mismo estaba impregnado casi en su totalidad de la sangre del difunto.

Mientras se terminaba el proceso, el agente hacía conjeturas en su cabeza de por qué habían asesinado al hombre. Pero lo que pensaba estaba algo distanciado de la realidad.


Para cuando llegó a su oficina aun le quedaban un par de horas de trabajo así que se sentó en su asiento ergonómico, tapizado en cuero sintético negro, encendió su computador y empezó a trabajar en el expediente de el mentado asesino.

Mientras leía atento por enésima vez el dichoso expediente, el timbre de su teléfono móvil que estaba postrado en el cargador de escritorio, lo sacó de concentración y al echar una mirada a la pantalla del aparato se percató de que la llamada era de su hermosa novia y con una gran sonrisa la respondió.

—Hola amor, como estas?— dijo con una voz particularmente dulce.

—Muy bien cielito— contestó ella feliz de escucharlo —y tú?—

—Excelente ahora que te escucho amor…es que no te imaginas hoy he tenido un día terrible— agregó mientras veía que la puerta de su oficina se abría para darle paso al agente Miller.

—Me imagino vida..a ver por qué no te vienes a la casa y mientras me cuentas te doy un masaje de esos que tanto te gustan con aceite de menta, velas con aroma a canela y música instrumental, te parece?— dijo ella intentando seducirlo sabiendo que con esa propuesta tendría el éxito asegurado.

—Eres muy viva, sabias Maryanne?...me conoces tan bien, sabes que a eso no me negaré— dijo él dando un largo suspiro —cielito mira, tengo que avisar a una familia y cuando lo haga salgo corriendo a tus brazos, si?— dijo luego de recibir el informe forense por parte de Miller, el cual ojeaba mientras hablaba con la chica.

—Trabajo es trabajo, está bien amor, te espero en casa…te amo— se despidió ella usando una voz sumamente seductor y sin dejarlo decir una palabra tras haberse despedido.

Él no sabia que tenía esa mujer que lograba romper sus esquemas, pues nunca había sido dado a ser tierno y hasta cursi como se consideraba en ciertas ocasiones. Como todo hombre evitaba a toda costa enamorarse de verdad por lo que en cuanto a eso era sumamente psicorígido; sus relaciones siempre habían sido ocasionales y en cuanto se daba cuenta de que había peligro inminente de sentir una pizca de cariño especial huía despavorido. Total, nunca le habían faltado mujeres ya que era un hombre sumamente apuesto, de un metro ochenta de estatura, con un color trigueño impresionantemente llamativo, abdominales perfectamente marcados gracias a las horas que dedicaba diariamente en uno de los mejores gimnasios del área.

Sus profundos ojos color miel hacían que las mujeres cayeran a sus pies con tan solo una mirada y las enamoraba con tan solo un beso de sus hermosos labios, pero lo que enmarcaba su belleza era ese sedoso pelo café que llevaba cortado de manera varonil y siempre perfectamente peinado.
Que mujer no caería a los pies de este adonis, más cuando al conocerlo mas allá de lo físico descubrían a un hombre responsable, económicamente bien posicionado, con dos profesiones que amaba y que sabía como divertirse.

Pero una vez que se propuso conquistar a Maryanne Citron ese aire de hombre engreído y que toda mujer se conseguía se fue yendo al piso cuando se percató de que sus tácticas no funcionaban ni un poquito con esta chica. A medida que el reto se iba haciendo mas grande, sus intentos de que ella se convirtiera en su presa se fueron reversando y la presa termino siendo él.

Tras estar unos segundos perdido en sus pensamientos dijo para sus adentros “ya basta de estar divagando y ponte a trabajar”
De esta manera se dispuso a leer el informe que tenía en sus manos ya unos 10 minutos, cuando lo hubo finalizado se dispuso a llamar a la familia para informar de el deceso de su cabecera.


En la residencia Baxton en el tranquilo silencio de la noche se escucha timbrar el teléfono, tras dos llamadas una de las mucamas lo contestó somnolienta.

—Buenas noches, residencia Baxton— dijo la chica con los ojos a medio cerrar por el impacto de la luz y ocultando un bostezo con la mano libre.

—Buenas noches, disculpe la hora de la llamada, pero necesito que me comunique con la señora Baxton, habla el agente Zerbino de el departamento de Robos y Homicidios de Miami Beach— respondió él sereno.

Al escuchar estas frases a la chica se le espanto cualquier vestigio de sueño que pudiera quedarle y tras decirle —hoomi…cidios y…ro..un momento ya le comunico— corrió a la habitación de la señora y una vez estuvo frente a la puerta tocó dos veces y desde dentro se escuchó que una voz adormilada respondía —adelante.

Cuando pasó a la habitación la luz de la mesita de noche del lado de la señora estaba encendida —espero que sea algo realmente importante para que me despiertes a estas horas Lía— sentenció la mujer mirándola con una actitud de reproche.

—Señora la llaman del departamento de robos y homicidios…— y sin poder terminar la frase escucho que su señora exclamaba —Quéee??...ven, dame el teléfono— ordenó ella sentándose rápidamente en la cama.

Una vez con el teléfono en manos y una angustia desesperante ella tomó la llamada —Buenas noches, habla Rose Baxton, me puede decir que ha pasado?—

—Buenas noches señora Baxton, la llamamos del el departamento de robos y homicidios de Miami Beach; disculpe la hora pero solicitamos su presencia en el departamento en estos momentos…—

La angustia de la mujer crecía con cada segundo que pasaba, pero sabía que si hacia la conversación larga con preguntas que no serían respondidas por esa vía, más tardaría en tener una respuesta —Estaré allí en unos 15 minutos pero no quiero rodeos una vez allá irá al grano— sentenció ella.

—No tengo objeción alguna con su petición señora Baxton, la veo aquí entonces.


El ser detective con una condecoración de agente encubierto lo apasionaba y aunque no todas sus misiones eran encubiertas este trabajo hacia correr adrenalina por todo su cuerpo. Y es que el hecho de resolver enigmas que el departamento de policías no puede resolver lo hace sentirse grande e importante en la sociedad, más de lo que ya es.

Pero lo que en realidad lo llena es cuando sale a la calle tras la mascara de un personaje creado como parte principal de una estrategia logística para atrapar a las lacras mas escurridizas de la sociedad.

La sensación de saber que sale a la caza sin que una sola parte de su cuerpo le falle o le falte y puede perfectamente regresar, pero en una bolsa negra y directo a tomar lugar en una cámara frigorífica para conservar su cuerpo hasta que lo reclamen sus familiares o lo cremen.



Cuando llegaron la señora Baxton y su hijo mayor James los hicieron pasar de inmediato a la oficina del agente Zerbino, quien estaba sentado detrás de su escritorio, sobre el cual estaba el expediente Baxton abierto.

En el mismo momento que Rose atravesó el umbral de la puerta de cristal esmerilado él hizo para atrás su asiento, se puso de pies y salió de detrás del escritorio.

Esa noche vestía vaqueros negros, una camisa mangas largas color blanco y una chaqueta a juego con el pantalón, zapatos impecablemente brillantes en piel y tenía en su mano derecha un bolígrafo con el que jugaba entre sus dedos.
Se acercó lentamente a la mujer y al muchacho que no debía tener mas de unos veinticinco años y con un gesto los invito a sentarse en la mini sala que tenía en la oficina.

—Buenas noches señora Baxton— dijo al extender la mano para saludarla.

—Buenas noches agente…—contestó ella y cuando su apretón de manos terminó con la misma mano apunto a su hijo para presentarlo —él es mi hijo James— agregó ella mientras ambos se saludaban con un apretón de manos.

Al tomar asiento el chico no perdió tiempo en indagar el porque los había llamado tan tarde para hacerlos ir allá —Agente podría explicarnos por favor por qué nos hizo venir?— preguntó curioso el joven.
—ha habido un robo en alguna de nuestras tiendas?...en cual?— inquirió ella.

Juliano los observó a ambos, se puso en pies y con una voz calma y firme respondió —no señora Baxton, no han sido robadas su tiendas…la hice venir hasta aquí porque necesito que reconozca un cuerpo…—

Esta era la parte mas difícil de su trabajo y la única que odiaba, pues no hay manera de hacer suave o menos doloroso el hecho de hacer esta pregunta que era inevitable al identificar la familia de un muerto. Por eso prefería hacerla sin preámbulos pues estos solo alargaban la angustia de aquella persona que deseaba saber por que razón había sido arrastrado hasta ese lugar.

—Un cuerpo dice?— pregunta ella incrédula a la vez que toma fuertemente la mano de su hijo y lo mira llena de miedo.
—De quien se trata oficial, díganos sin rodeos— exigió el muchacho rodeando con un brazo a su madre y temeroso de lo que pudieran decirles.

—El cuerpo ha sido identificado como Matzz Baxton—.

Al decir estas palabras hubo un silencio de unos cinco segundos en la oficina, madre e hijo se miraban estupefactos como si no dieran crédito a lo que acababan de escuchar. Sus corazones latían como si quisieran salirse de sus pechos, “No puede ser verdad” decía una voz en sus mentes.
De pronto cuando salieron de su trance para caer nuevamente en la dolorosa realidad, tibias y saladas lagrimas se venían de golpe a sus ojos para deslizarse sobre sus mejillas ligeramente enrojecidas.

—M…mi..mi marido…mu..muerto?....No agente, eso debe ser un error— decía la mujer intentando secarse las lagrimas.
—Tranquila madre…— le decía James mientras aguantaba sus lagrimas en un intento de ser fuerte —esto debe de ser un error, ha de ser un sujeto que se llama igual mi padre, estoy seguro— afirmaba el chico, rogándole a Dios que por favor fuese así, —oficial terminemos con este error, llévenos a donde esta el cuerpo— ordeno el primogénito de Baxton.

Segundos después se encontraban caminando al departamento forense, atravesando un largo y frío pasillo de blancas paredes, iluminado por lámparas de tubo que emitían una fuerte luz blanca. El piso era de cerámicas de un color crema veteado con blanco, relucientes de brillo. No podía ser mas escalofriante el lugar.

Cuando al fin llegaron a una puerta hermética, de acero inoxidable manejada por clave casi al fondo del pasillo se detuvieron. A uno de los lados había una placa en metal pintado de negro donde se leia “Dpto. Forence” en un gravado con letras doradas.

—Este es el lugar— avisó el agente mientras ponía su mano derecha en la unidad electrónica para que reconociera sus huellas dáctilares, a la vez que un ojo electrónico hacía un reconocimiento de su retina, segundos después se escuchó una voz proveniente de la bocina del sistema diciendo lo siguiente “Buenas noches agente Zerbino, por favor ingrese su clave de acceso” acto seguido él hizo lo que ordenaba la maquina.

“Clac” se escuchó salir el cerrojo electrónico, Juliano tomo el mango de la puerta y la empujó dejando ver el frío y tétrico lugar.

Era una habitación sumamente amplia en la cual la pared lateral derecha estaba cubierta de cámaras frigoríficas usadas para conservar los cuerpos sin vida. En la pared lateral izquierda se observaba un equipo para cremar cuerpos y al fondo había un gran deposito donde se almacenaban material gastable e instrumentos para hacer las autopsias.
Al centro de la habitación se podían observar unas 6 camillas, de las cuales tres estaban ocupadas por cuerpos cubiertos con una manta blanca.

A la entrada se veía un cubículo de oficina con un escritorio donde había una computadora y detrás un archivo de piso a techo.

Al entrar una sensación de desesperación y miedo recorrió cada centímetro del cuerpo de Rose lo que le produjo un ligero temblor que tubo fin en un abrazo de contención de su hijo —madre, tranquila...no es más que una equivocación— susurró dándole un tierno beso en la mejilla.

Cuando llegaron a la camilla asignada al cuerpo de su marido el agente Zerbino los miro en busca de aprobación para dar la orden de revelar el cuerpo, James y Rose se miraron para luego asentir juntos; al recibir su respuesta Zerbino hizo una señal para que el encargado descubriera la cara del cadáver.

Fueron tres segundos más largos y pesados de sus vidas, transcurrieron en cámara lenta. El hombre vestido con bata de medico agarraba la manta que cubría el cuerpo por ambos extremos y con un movimiento de sus brazos dejaba descubierto primero su abundante pelo negro azabache, en seguida su frente y sus ojos cerrados e inmóviles aparecieron, sus mejillas ya sin color y su nariz en la que ya no había flujo alguno de aire, sus labios con un tono azuloso, debido a la falta de oxigeno en su cuerpo y finalmente la sabana se detiene en un doblez sobre su cuello, sin dejar ver la herida que dejo el cuchillo de carnicero que le dio muerte.

Rose sentía que sus piernas perdían fuerza, el aire que entraba y salía de sus pulmones se reducía, sus bellos ojos de un azul profundo se ahogaban en lagrimas.
Es como si al mostrarle el cuerpo de su amado esposo que yacía sin vida en aquella camilla de esa fría habitación le hubieran dado una estocada al corazón.

—NNNNOOOOOOO!!!! Matzz, noooooo!!!!— gritó ella mientras se abalanzaba sobre el inmóvil y frío cuerpo sin vida de quien fuese un hombre alegre, lleno de vitalidad.

Mientras ella lloraba sobre su esposo diciendo toda clase de cosas que no se entendían debido al llanto y a que su cara estaba presionada contra el pecho del difunto, su hijo James aun no reaccionaba, había quedado en shock al ver que una de las personas que más amaba y admiraba en la vida ya no podría estar jamás a su lado, no daba crédito aun a lo que estaba viendo. Su padre estaba MUERTO y tan solo unas horas atrás había hablado con el para proponerle un fin de semana juntos al cual gustoso había aceptado.

Sabía que no podía derrumbarse, debía darle apoyo a su madre, pero esto era mas fuerte que él, como dar fortaleza si en estos momentos él mismo no la tenia.

Dio los dos pasos restantes hacía la camilla de su padre y al tocarlo callo en el piso de rodillas, amargas lagrimas de dolor bañaban sus mejillas.

—Papá…papito….NNNNOOOO!!!! POR QUEEE!?!?!— exclamó a la vez que sentía que algo por dentro de él.


Juliano continuaba parado en la habitación a unos pasos de la familia. Muy a pesar de que el tiempo que llevaba haciendo este trabajo era mucho y no obstante que tenía cierta dureza ya desarrollada estas escenas al final siempre terminaban afectándolo, pues no podía evitar ponerse en el lugar de esas personas.

Sabía que era una situación bastante dolorosa, entendía perfectamente por lo que pasaba esa mujer y ese chico, pues había perdido a su madre cuando tenía aproximadamente la edad de James.

No podía continuar en ese lugar, esta escena en especial le recordaba la perdida de su madre y era algo que no deseaba traer a su mente ahora, de modo que envió un mensaje a su mano derecha, el agente Miller para que se encargara de la situación, inmediatamente llego su compañero le presentó a la familia y lo dejó encargado.

Una vez devuelta en el frío pasillo que lo conducía a su oficina tomó su teléfono móvil y llamó a Mary —Amor, ya voy a casa, espérame despierta si?— dijo él algo afectado aun tan pronto ella contestó la llamada.
La chica descartó la posibilidad de hacer alguna pregunta y en su lugar le contestó —Esta bien mi amor, te tengo un rico baño preparado y un trago de tu coñac preferido te recibirá—
—Me conformo con un fuerte abrazo tuyo mi vida, nos vemos en casa—le respondió tiernamente y seguido terminó la llamada.

Justo cuando puso el celular en el escritorio se dejó caer en su silla giratoria soltando un largo suspiro y cerrando el folder que contenía la información personal de Baxton.

Parecía increíble el poder que podía tener una simple llamada telefónica; tan solo una de estas podía hacernos las personas más felices o desdichadas en el mundo; lamentablemente en este caso tomo la connotación dolorosa, destruyendo parte de una familia que se amaba por sobre todas las cosas.

Continuará...

By: ~*~Jenc~*~

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